martes, 12 de julio de 2016

Oh Captain, my captain

Todos tenemos en nuestro recuerdo un profesor al que agradecemos algo. Cómo nos enseñó aquella cosa. Cómo nos defendió aquel día. Cómo nos miraba cuando hacíamos algo bien. Cómo con inculcó valores sin que nos diésemos cuenta.  Recordamos días concretos, travesuras, grandezas, anécdotas y sentimientos. Nunca nos quedamos indiferentes, siempre nos acompaña alguno, como una referencia, como la voz de un guía que nos acompaña como la sombra cosida de Peter Pan. Sonreímos cuando los evocamos, a los que nos hicieron felices, a los que tenemos tanto que agradecer, pero también a los que nos hicieron sufrir. Esa gran capacidad tiene un profesor. Y una vez que echamos a volar, ya desde la distancia, comprendemos las sabias palabras del premio Nobel Angré Gide: "Un buen maestro tiene una  constante preocupación: enseñar a prescindir de él".
Pero ahora ,desde la perspectiva de un padre, desde este globo aerostático que mira desde arriba las  pequeñas montañas rusas que son sus hijos, mi visión de vuestra labor se ha enriquecido, porque ahora puedo apreciar otras miles de cosas, puedo trabajar a vuestro lado, y puedo colaborar en ese maravilloso camino de la Educación. He sentido vuestro cariño, vuestra ayuda a mis hijos aquel día que vinieron llorando, he visto aquella corrección maravillosa de un trabajo entregado de madrugada, con esa palmada  en la espalda por tanto esfuerzo, esos guiños en clase para que no se desmoronaran y pudieran mantener la chispa de la curiosidad.  El difícil logro de hacer que se sientan importantes. Todo eso veo ahora.
 Y por todo eso, y por todo lo demás, os doy las gracias.

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Ampa del Rosa 

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