Todos tenemos en nuestro recuerdo un profesor al que agradecemos
algo. Cómo nos enseñó aquella cosa. Cómo nos defendió aquel día. Cómo nos
miraba cuando hacíamos algo bien. Cómo con inculcó valores sin que nos diésemos
cuenta. Recordamos días concretos,
travesuras, grandezas, anécdotas y sentimientos. Nunca nos quedamos
indiferentes, siempre nos acompaña alguno, como una referencia, como la voz de
un guía que nos acompaña como la sombra cosida de Peter Pan. Sonreímos cuando
los evocamos, a los que nos hicieron felices, a los que tenemos tanto que
agradecer, pero también a los que nos hicieron sufrir. Esa gran capacidad tiene
un profesor. Y una vez que echamos a volar, ya desde la distancia, comprendemos
las sabias palabras del premio Nobel Angré Gide: "Un buen maestro tiene una constante
preocupación: enseñar a prescindir de él".
Pero ahora ,desde la perspectiva de un padre, desde este globo
aerostático que mira desde arriba las
pequeñas montañas rusas que son sus hijos, mi visión de vuestra labor se
ha enriquecido, porque ahora puedo apreciar otras miles de cosas, puedo
trabajar a vuestro lado, y puedo colaborar en ese maravilloso camino de la
Educación. He sentido vuestro cariño, vuestra ayuda a mis hijos aquel día que vinieron
llorando, he visto aquella corrección maravillosa de un trabajo entregado de
madrugada, con esa palmada en la espalda
por tanto esfuerzo, esos guiños en clase para que no se desmoronaran y pudieran
mantener la chispa de la curiosidad. El
difícil logro de hacer que se sientan importantes. Todo eso veo ahora.
Y por todo eso, y por todo lo
demás, os doy las gracias.
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Ampa del Rosa
Ampa del Rosa
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