sábado, 2 de diciembre de 2017

La conversación

La conversación que tienes que tener con tus hijos

Escritora, ciberactivista y educadora sexual
o     
Estimados padres de hijos adolescentes:
¿Os acordáis de esa charla íntima que tuvisteis con vuestro hijo? ¿Esa en la que le dijisteis: "Te quiero y necesito que sepas que independientemente de cómo vista o actúe una mujer, no es una invitación para que le silbes, te rías de ella, la acoses o la asaltes"?
¿O de cuando le dijiste que "la virginidad de una mujer no es un premio y acostarte con una mujer no te da puntos"?
¿Qué tal esa conversación en la que compartiste con él el conocimiento legal de que "no hace falta que una mujer forcejee y ni que el hombre la reduzca para que se considere VIOLACIÓN. Y que Intoxicación significa que no puede dar su consentimiento legal, NO que sea un objetivo fácil"?
O quizás recuerdes haber compartido mi favorita: "Tus experiencias sexuales no determinan cuánto vales, igual que las experiencias sexuales de una mujer no determinan cuánto vale ella".
Por último, pero no por eso menos importante, ¿recuerdas haberle dado un toque a tu hijo cuando descubriste que estaba usando la palabra "puta" así porque sí? ¿O cuando le oíste hablar de una chica del colegio más como una conquista que como una persona?
Me gustaría que pensases en estas conversaciones y que te preguntes por qué no las recuerdas. La razón más probable es que no hayan ocurrido. De hecho, la mayoría de los padres no las han tenido.
En cambio, aquí hay otras que seguro que sí recuerdas. Te doy una pista: seguramente no las tuviste con tus hijos.
"Ten cuidado con cómo te vistes y cómo actúas. Es muy fácil ganarse una mala reputación".
"Los chicos son como son; no puedes darles ninguna excusa para que se porten así contigo".
"¡Tienes que tener cuidado! Cuando te vistes así, alguna gente lo ve como una invitación".
"Nunca salgas sola. Nunca andes sola de noche. Nunca bebas nada que no hayas visto abrir o servir".
Estas son las charlas más frecuentes de padres que se preocupan como tú. Surgen del cariño, de la preocupación, pero sobre todo, de un adoctrinamiento cultural patas arriba que daña, oprime y castiga a las chicas jóvenes.
El adoctrinamiento cultural del que hablo funciona más o menos así: es responsabilidad de una joven asegurarse de no ser violada, asaltada, agobiada, acosada y abusada, porque los chicos son chicos y algunos no pueden reprimirse.
Como autora de temas sobre salud sexual he hablado con muchos padres que son conscientes de esta retorcida realidad, pero no saben qué hacer al respecto.
"Es injusto y es horrible", me admitió una madre, "pero eso no cambia el hecho de que es cierto. No cambia el hecho de que hay hombres perversos ahí fuera que actúan mal. Tengo que ayudar a mi hija a protegerse".
Echemos un vistazo a estos "hombres perversos", de dónde vienen y quién demonios les educó.
La respuesta, desafortunadamente, es TÚ.
Tenemos demasiada información como para seguir culpando al hombre anónimo que acecha en las sombras. Tenemos más datos de los que hacen falta para concluir que la mayoría de los abusadores no son otros, son colegas, compañeros de clase y exnovios y amigos.
Son chicos a los que seguramente tu hija conoce y con los que interactúa. No puedes construir un muro alrededor de ella para aislarla de esos hombres; ya están ahí.
No espero que te alegres por estas noticias. Dudo incluso que muchos lo acepten. Quiero dejar claro que no estoy diciendo que todos los jóvenes sean violadores o irrespetuosos con las mujeres. Y por supuesto no estoy diciendo que todos los chicos tengan predisposición a ser así.
Lo que digo es esto: vivimos en una cultura que enjuicia a las víctimas con preguntas como "bueno, ¿cómo ibas vestida?" y "¿cuánto habías bebido?" Vivimos en una cultura en la que una madre, preocupada por educar a sus hijos para que "actúen honorablemente", responsabiliza a las mujeres de que los hombres las traten como objetos. Vivimos en una cultura en la que un juez rebaja la sentencia de 30 días a un violador porque su víctima de 14 años era "mayor de su edad cronológica". Vivimos en una cultura que relega en las mujeres y las jóvenes la responsabilidad no ser violada, en lugar de esperar y exigir a los jóvenes y a los hombres que sean responsables de no violar.
Tu hijo está madurando en esta cultura con esos mensajes a su alrededor. Quizás le hayas criado en un hogar que ha perpetuado esa cultura sin querer o quizás le hayas educado en un hogar con valores que contrasten con esa cultura. La pregunta más importante es: ¿Alguna vez le has dicho que no se crea lo que impone esa cultura? ¿Le has dicho que esa cultura es inaceptable y EQUIVOCADA? ¿Has mantenido con él alguna de las conversaciones que mencionaba antes?
Cuando tienes la charla de "evita que te violen" con tu hija es difícil porque no quieres imaginártela como víctima. La idea de tener la conversación de "no violes" con tu hijo es más difícil aún porque no quieres imaginártelo como un delincuente.
Hazlo igualmente.
Halzo porque muchos padres han pensado que no hacía falta y mucha gente ha sufrido por ello.
Hazlo porque quieres a tu hijo y quieres que tenga un futuro brillante.
Hazlo porque no hacerlo es irresponsable.
Hazlo por tu hija o por tus sobrinas o por las jóvenes en general porque mientras esta conversación en particular puede ser aterradora, la realidad aún más aterradora es que a las chicas jóvenes siguen enseñándoles a vivir con miedo a los hombres.
Eso es lo que haces cuando tienes la charla de "que no te violen". Le estás diciendo que siempre sospeche, que pase el resto de su vida vigilando por el rabillo del ojo, le estás diciendo que cualquier hombre es un depredador en potencia.
"PERO ES CIERTO", puedes pensar. "Todas esas cosas son ciertas".
Y no te equivocas. El abuso sexual está muy presente hoy en día: 1 de entre 4 ó 5 estudiantes universitarias serán asaltadas sexualmente antes de que terminen la carrera.
Pero los abusos sexuales siguen ocurriendo a pesar de las charlas que los padres tienen con sus hijas. Parece que el enfoque de "evita que te violen" no es una estrategia de éxito para cambiar esta pandemia. De hecho, es contraproducente porque perpetúa una cultura en la que los hombres no sienten ninguna responsabilidad.
Por suerte, tienes las herramientas para cambiar estos crímenes. Puedes proteger a tu hija y a otras chicas como ella.
Y puedes hacerlo desde tu propio salón.

Todo lo que tienes que hacer es hablar con tu hijo.

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